lunes, 21 de junio de 2010

H de hentai


En esta ocasión encontraríamos el achiconocido y popular hentai. Su traducción ("pervertido") es resultado de la unión de dos ideogramas: hen, que significa "raro" o "extraño", y tai, referido a un propósito o a un intención. Así expuesto , este "propósito extraño" está unido al deseo sexual y, más concretamente, al sexo explícito. A pesar de que el público al que se dirige objetivamente correspondería al grupo formado por adultos jóvenes en adelante, lo cierto es que el hentai también es consumido por adolescentes. Tan prolífico como impactante, el género logró alcanzar un gran éxito en los ochenta con la introducción de los OVA. Gracias a la apertura del mercado, el hentai encontró una forma de difusión que permitió su rápida propagación y acogida. El anime más famoso del género es, todavia hoy, la saga de Urotsukidoji: La Leyenda del señor del mal (Chojin densetsu Urotsukidoji, 1987-89), del mangaka Hideki Takayama, adaptación de un manga epímone del mangaka Toshio Madea. Ambientado en un Japón fantástico, la trama se desarrolla entre tres especies que luchan por el control de la Tierra, los humanos, los hombres-bestia y los demonios, mientras esperan al advenimiento de un demonio supremo que pueda unirles.


Con un argumento bastante común en el anime, el de la lucha entre los hombres y los demonios, Urotsukidoji consigue construir una línea argumental lograda (aunque sólo sea en la primera entrega) en la que se mezclan sexo y violencia a raudales. Acostumbrados como estamos a una sociedad educada en la moral cristiana, la visión del sexo duro, violaciones o genitales gigantescos puede provocar una sensación de vértigo y de incomprensión difícilmente digerible. Para entender el valor icónico del hentai para un japonés y su incapacidad de traslación a una realidad cotidiana debemos remitirnos una vez más a la historia japonesa.

El comercio de la pornografía tuvo un gran campo de expansión en el siglo XVIII con el mercado de los shunga, estampas dedicadas a temáticas pronográficas, a los cual se debe añadir la carencia de una moral que vea el sexo y la desnudez con connotaciones pecaminosas. Al igual que con las temáticas atroces, los japoneses no tienen trabas a la hora de mostrar la sexualidad mezclada con la violencia, siempre desde una posición de idealización que se mueve en una realidad alternativa, que no tiene cabida en la vida cotidiana: " El arte japonés no sólo no ha borrado nunca las fronteras de lo representado y lo real, sino que remarca el propio artificio de la representación a través de todo tipo de efectos de distanciamiento, que impidan una percepción ilusionista".

Una influencia más reciente ha venido dad por el mundo del cine y del manga: con el nacimiento del video, la industria cinematográfica vio descender sus beneficios aceleradamente; en un intento por atraer al público las productoras recurrieron, en contrarréplica, al cine erótico como posible salvación de sus películas de imagen real. Es el origen del pinky eiga o "pelicula rosa", que tiene una proliferación masiva a mediados de los años sesenta, en los que ya se pueden ver la violación, el sadismo y la violencia. El único límite se encuentra en la censura establecida por el artículo 175 del código penal japonés (aunque, según el artículo 21 de su Constitución, la censura no exista). Las delimitaciones impuestas por la ley penal, algo incogruentes, prohíben la representación del vello púbico, así como los órganos sexuales y el coito entre personas adultas. El texto deja un enorme vacío legal en lo relativo a los menores, que según este, pueden aparecer sin ningún tipo de impedimento. En su intento por escapar de la censura, los tentáculos se convirtieron en símbolos fálicos y las jovencitas, carentes de vello, en heroínas/víctimas del hentai.

En el mercado gráfico, el género alcanzó una gran fuerza en los años setenta, hecho que permitió una fragmentación muy marcada en función de los gustos del público final al que iba destinado. Por esta razón el hentai se subdivide en varias temáticas, aunque en buena parte de los casos dichas particiones acaban apareciendo de forma simultánea en la misma serie, ya que estas se conciben prácticamente como episodios aislados en los que se presentan distintas galerías de actos sexuales (al igual que sucede en la pornografía de imagen real).

La primera subdivisión que nos encontramos, consecuencia directa de la ley de censura japonesa, es el lolicon. El nombre surge de la contracción de "lolita" y "complex" pronunciado a la japonesa: kompurukkusu. Basado pues en el complejo de lolita, prsenta a niñas entregadas al sexo con adultos e incluso con engendros mecánicos: "Si la pornografía en general siempre se basa en unos personajes que nunca comunican como personas, pero sí en el plano sexual y tanto más intensamente, el lolikon representa un grado más de esa alienación, conseguido mediante la introducción de elementos fantacientíficos".

En esta línea de lo fantástico se sitúa también el kemono, que significa "bestia" o "anim
al"; es así como se designa a los anime en los que aparecen personajes antropomorfos o humanos con algún rasgo animal. Como ocurre en casi todas las ramificaciones del hentai los diferentes tipos tienden a usarse simultáneamente. De este modo, el lolicon puede mezclarse con el kemono cuando introduce a infantes dibujandas con orejas y cola de gato.

Por su parte, el futanari hace ilusión a las tramas que incluyen a personajes hermafroditas o, para ser más exactos, a mujeres que por extraños motivos también posean los atributos sexuales masculinos. Como el término que lo define indica, la palabra futanari está compuesta por el kanji de "dos" y de "forma", haciendo alusión a una forma doble, a un hermafrodita.

En su faceta más violenta y cruel se sitúa el ero-guro, versión gore del hentai cuyo nombre es el resultado del acrónimo entre erotic y gore. Este tipo de anime pronográfico se centra fundamentalmente en la violencia de la práctica sexual, presentando a un personaje fuerte (ya sea hombre o mujer)
como violador y a la mujer como un mero objeto sexual. El ero-guro tambíen englobaría al shokushu goukan (aquel que presenta a jovencitas penetradas por todas las partes de su cuerpo con tentáculos de procedencia desconocida). El ejemplo más impactante es el constituido por la saga Bible Black: La noche de Walpurgis (Bible Black; Sho Hamuo y Kazuyuki Honda, 2001), compendio de atrocidades y prácticas sexuales extremas en el que se mezcla el hentai puro (digamos aquel que implica la práctica sexual normalizada), el futunari y, fundamentalmente, el ero-guro. Desde esta perspectiva de mundos pornográficos al límite, el hentai, además de ser entendido desde una perspectiva cultural japonesa, debe estudiarse más como una válvula de escape del espectador que como un peligro psicológico posible, puesto que este siempre es consciente de los marcos representativos entre los que navega.

Me gustaria hacer una mención por mi parte, ya que hace un año hice un trabajo en grupo sobre lo ocurrido en Hiroshima y Nagasaki en 1945. La cosa es que no es tan simple relacionar el porque de las bombas...tuvimos que ir hasta las épocas Meiji para comprender muchas cosas. La cosa es que, al explicar las atrocidades que habían hecho los japoneses en China y Manchuria se definia con la frase de ERO-GURO NANSENSU. En un principio no sabíamos como interpretarlo, pero podemos ver que sería una deficion de horror, gore,...

Con todo, el anime pronográfico también ha mostrado al público su lado más didáctico. Hace once años, la aparición del manga Yura y Makoto, de Aki Katsu, se convirtió en una guía ed
ucativa de sexualidad para los jóvenes del país; posteriormente sería adaptada a la animación Futari ecchi (Hiroshi Ishiodori y Yuji Moriyama, 2002). A través de la historia de un matrimonio de recién casados que llegan vírgenes al matriomonio, la obra cuenta la vida cotidiana de los personajes, sus descubrimientos sobre la sexualidad y sus aprendizajes en la materia. La serie, que alcanzó una gran popularidad y cuyo manga ha sido editado en España, se convirtió en un instrumento de educación sexual involuntario.

Estrictamente, el hentai formaría parte del seinen, ya que el target al que ambos se dirigen sería el mismo. Con todo, el hentai se mantiene independiente del seinen en el sentido en el que el público al que va destinado abarca rangos de edad mucho más amplios, y también por la divergencia en las líneas temáticas de estos géneros. Puede surgir el mismo dilema con respecto a la inclusión del mecha dentro del shonen: estos dos sí que comportan las mismas trazas narrativas, aunque cada uno de ellos tenga sus matizaciones concretas.



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