viernes, 30 de abril de 2010

CIUDAD DE VIDA Y MUERTE-- Lu Chuan







la historia (muyyy) brevemente contada

Japón había estado presente en Asia desde 1931, cuando se anexionó Manchuria y se estableció Manchuoko, un estado de paja japonés. En agosto de 1937, Japón comenzó una invasión declarada de China. El ejército japonés se enfrentó en duras batallas por tierra en Shanghai y lanzó masivas campañas de bombardeos aéreos contra Nanking, entonces capital de China. El 12 de noviembre, Shanghai había caído y llegado el 13 de diciembre, los japoneses habían derrotado al ejército defensivo chino y había invadido la ciudad de Nanking.

Los acontecimientos, conocidos ahora como ‘la violación de Nanking’, duraron aproximadamente seis semanas. La ciudad fue saqueada e incendiada, y los maleantes soldados japoneses desencadenaron una increíble oleada de violencia sobre la población de Nanking. Según la sentencia sumarial del Tribunal Militar Internacional para el Lejano Oriente, también conocido como los Tribunales de Tokyo, “se estima que el número total de civiles y prisioneros de guerra asesinados en Nanking, y en sus zonas circundantes, durante las primeras seis semanas de la ocupación japonesa, fue de más de 200.000. Ocurrieron unas 20.000 violaciones en la ciudad durante el primer mes de la ocupación”.

Previo a la caída de la ciudad, muchos chinos lograron escapar de las tropas que se acercaban y todos los ciudadanos extranjeros fueron evacuados. Sin embargo, un grupo de 22 expatriados europeos y americanos se negaron a marchar. A pesar de los devastadores ataques aéreos y ante la amenaza de la llegada inminente del ejército, estos occidentales –incluyendo a John Rabe, un negociante Nazi; Bob Wilson, un cirujano norteamericano y Minnie Vautrin, la directora americana de una escuela de misionarios–, permanecieron para habilitar una Zona de Seguridad que pudiera proteger a los civiles. Unos 200.000 refugiados se aglomeraron en esta Zona, que tenía una extensión de unos cinco kilómetros cuadrados. Durante la brutal ocupación, los miembros del comité de la Zona de Seguridad manifestaban enérgicamente su protesta a las autoridades japonesas ante las acciones del ejército, pero la masacre continuaba. Cada día, John Rabe, Minnie Vautrin y los demás, luchaban por mantener los límites de la Zona de Seguridad intactos y a los refugiados a salvo.

En Marzo, lo peor de la violencia había amainado y el ejército siguió su camino, dejando tras ellos una fuerza de ocupación. Los campos de refugiados en la Zona de Seguridad se desmantelaron, aunque se mantenían los intensos trabajos de auxilio. Los japoneses nombraron un gobierno de paja que dirigió Nanking hasta el final de la guerra. En 1948, el Tribunal de Tokyo condenó a Iwane Matsui, comandante de las fuerzas japonesas en China central, por crímenes de guerra y fue sentenciado a muerte. El Emperador Hirohito y su tío, el Príncipe Asaka, que comandaba las tropas que en la práctica ocuparon Nanking durante la masacre, fueron exculpados.

Hoy en día, pocos japoneses conocen las atrocidades que su país cometió por toda Asia. Setenta años después, la invasión de Nanking continúa siendo un asunto que provoca discordia. Algunos japoneses ultraconservadores niegan o minimizan la masacre. A día de hoy, muchos japoneses creen que las historias contadas sobre las atrocidades cometidas en Nanking son exageraciones o simplemente mentira. Poco después de que el productor Ted Leonsis decidiera realizar un documental sobre Nanking, se produjeron protestas masivas en China sobre la aprobación, por parte de los japoneses, de libros de texto que describían la masacre de Nanking como un “incidente”. Las protestas llegaron a los titulares de periódicos de todo el mundo. Muchos en Asia se sienten indignados ante la peregrinación anual que realiza el ex Primer Ministro japonés al santuario de Yasukuni en Tokyo. Junto con millones de soldados que murieron por el Emperador japonés Yasukuni –que significa “nación pacífica”– el santuario honra las almas de 14 criminales de guerra de clase A.

Anticipándose al 70 aniversario de la invasión de Nanking, a celebrar en diciembre de 2007, los gobiernos chino y japonés convocan conjuntamente un comité historiadores con el objetivo de acordar una versión común de la historia sobre el conflicto chino-japonés, incluyendo los acontecimientos en Nanking.


sobre el director


Lu Chuan Es considerado uno de los directores más talentosos de la China actual. Licenciado en la Academia de Cine de Beijing, Lu Chuan comenzó su carrera como guionista de series de televisión. Su debut como director de cine le llega en 2001 con Missing Gun, opera prima que fue presentada en el Festival de Cine de Venecia en el año 2002. Su siguiente trabajo Kekexili, Mountain Patrol en 2004, ganó el premio del Jurado en el Festival de Cine de Tokio y el de Mejor Película en los Premios Golden Horse de Taiwán. Desde el año 2005 Lu Chuan ha estado trabajando en su tercera película Ciudad de Vida y Muerte para contar, desde su visión cinematográfica, la peor batalla de la guerra chino-japonesa: la masacre de Nanking.
A pesar de su éxito, City of Life and Death también produjo controversias tras su estreno en su pais de origen. En particular, se criticó bastante el retrato del soldado japonés Kadowaya como personaje simpático, lo que llevó a algunas personas a amenazar de muerte en internet al director y a su familia.[5] En los primeros momentos tras su estreno las críticas a la cinta estuvieron a punto de provocar su retirada de las salas, siendo salvada por el apoyo personal de Li Changchun, un miembro del Politburó del Partido Comunista de China.

Censurada en china tras batir récords de taquilla

En contraste con la buena acogida de Ciudad de vida y muerte en los festivales internacionales, la película fue retirada del mercado local por las autoridades chinas, reticentes ante la comprensión que Lu Chuan hacia las actitudes individuales de algunos de los personajes japoneses.
"En la mente de los chinos todos los japoneses son unos monstruos porque mataron a muchos ciudadanos chinos en la masacre de Nankín. Los consideran las peores bestias del planeta. Pero me consta que las masacres no sólo las cometen o las han cometido tropas japonesas, sino también las alemanas, las estadounidenses, las rusas, incluso las tropas chinas a lo largo de la historia".
"Parte del público y algunos periódicos me tacharon de traidor. Me llevé una gran sorpresa -afirma Lu Chuan- Creo que gran parte del pueblo chino fue realmente machacada por los soldados japoneses y el mal recuerdo es una venda en sus ojos"
La prohibición de Ciudad de vida y muerte viene a prolongar la interminable lista de castigos y represalias que han ido cayendo invariablemente sobre los cineastas chinos que a lo largo de los años se han empeñado en retratar en sus películas los momentos más conflictivos de la historia reciente de su país.
La más drástica fue la que recayó sobre el cineasta Tian Zhaungzhuang, condenado a diez años de ostracismo por su actitud moderadamente crítica sobre la repercusión de la línea comunista oficial sobre la vida cotidiana de una familia a lo largo de los años en La cometa azul.
Chen Kaige, que ya había tenido problemas en los años ochenta por El rey de los niños, encontró serias dificultades para mantener la continuidad profesional en los noventa tras el éxito internacional de Adiós a mi concubina, en la que además de otras cosas enseñaba al mundo parte de los comportamientos habituales de sus conciudadanos durante la Revolución Cultural.
Entre las más recientes, destaca la suerte del cineasta Lou Ye, condenado a cinco años de ostracismo por llevar sin autorización al Festival de Cannes su película Summer Palace, en la que se hablaba por primera vez explícitamente sobre los sucesos de la plaza de Tiann'amen y el comportamiento de los que por entonces eran estudiantes universitarios.
Lu Chuan, el director de Ciudad de vida y muerte parece que ha tenido más suerte y que la atención de las autoridades sobre su película no afectará a su trayectoria profesional


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